martes, 11 de agosto de 2009

Tritón muerto en la orilla del Mar

Sotos nocturnos, esparciendo perfumes, llamando a lo divino
Eriales sin causa, a la luz de la Luna, gimiendo
Un adolescente se acerca al prado y ve a una mujer desnuda, dormida,
Padece una erección y se queda mirando Se toca Se masturba
La mujer, de una belleza terrible, sigue durmiendo, con el cuerpo
iluminado por la luz lunar
Los buscadores de causas permanecen encerrados en sus cuartos,
dando topetazos en las paredes
Hubo unos ojos que fueron mi primer principio
Los veía entre las olas nocturnas, entre el resonante canto del oleaje
Quise que esos ojos desaparecieran
La bruma los borró
Desde entonces ya no tengo ojos a los que pueda recurrir
La marea remite
Soy un ahogado mecido por las ondas
Miro la Luna y lo demás es muerte viva, sonora
Soy un ahogado que mañana vivirá para volver a ahogarse
Las sirenas callan
Su Silencio también enerva, hechiza
Desde la terraza de su palacio un príncipe desencantado mira el Mar
Quisiera perderse en la lejanía gris violeta, quisiera ahogarse
Pero posterga su perdición y llama a una cortesana que le alegra la carne
Un adolescente se masturba en su cuarto
Mientras dura su eyaculación es un Jasón, un Ulises
Cuando todo acaba, no es más que un pobre chiquillo que sueña
en la orilla del Mar
Un tritón aparece muerto en la orilla
Su rostro es el de un bienaventurado
Así quisiera aparecer alguna vez, alguna Aurora,
solo y muerto y bienaventurado, como el tritón
enigmático, silencioso, absurdo, en la orilla del Mar.

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