martes, 30 de marzo de 2010

Lo que pasó cuando quise escribir un manifiesto

El espacio en el que gratuitamente me instalo es un breve espacio para mi Soledad. Estoy en él, cansado y sin Esperanza. Debo decir que se puede aprender a vivir sin Esperanza. Es mejor vivir sin ella, así uno se ahorra muchas decepciones y desesperanzas. El espacio que gratuitamente yo ocupo ya lo ocupará otro algún día, o tal vez no lo ocupe nadie. Pienso en el espacio que ocupa Dios, si es que existe. Se dice que él es omnipresente, que está en todos lados. Si es así, entonces yo ocupo un espacio que él ya ocupa. Eso me desazona. Yo necesito un vacío, un buen pedazo de vacío para estar en él. Estar sobreocupando un espacio es algo que me trastorna. Sin embargo, la ilusión puede salvarme. Puedo tener la ilusión de que ocupo un espacio sólo ocupado por mí. Me hace falta esa certeza. Además, no sabemos si Dios existe. No sé por qué me creo tantos problemas. ¿Pero y si Dios existe y lo ocupa todo? No, no puede ser. No quedaría espacio para nadie. Todo lo abarcaría el ser supremo. Pero dejemos eso, al menos de momento, dejémoslo. En mi cuarto, rodeado de papeles, me siento un miserable. Pienso en el hombre como en un ser que no llegará nunca adonde quiere. El hombre es mortal y finito, pero desea lo inmortal y lo infinito. Su deseo nunca se verá satisfecho. Es triste darse cuenta de ello. Por otro lado, el hombre quisiera llegar al centro de su alma, pero sólo llega a las heces de la misma. Las heces del alma, abundantes y pestíferas. El hombre apenas puede mostrar a los demás lo que caga el alma. Lo que caga y no lo que pare, que es maravilloso y casi divino. Por eso toda obra artística será un fracaso desde que se la comience a elaborar. A veces, para quien se toma en serio el arte, eso es demasiado doloroso, y comienza a pensar en el suicidio. Hoy he estado pensando en el suicidio todo el día. Lo cual supone que me tomo en serio el arte. ¿De verdad me lo tomaré en serio? Ahora mismo no tengo muchas ganas de vivir, y si tuviera un revólver me descerrajaría un tiro en la cabeza. Tal vez, después del disparo, hallaría la Beatitud, quién sabe. Cuando escribo hago pausas. ¡Qué solo y qué desconsolado me siento durante esas pausas! Un ángel busca algo entre los restos de basura de un contenedor. ¿Buscará algún corazón humano, vivo y palpitante? Una mujer desnuda, parecida a la Venus de Botticelli, aparece tendida en mi cama. Pero yo no tengo ganas de acostarme con ella. Es demasiado hermosa. Es casi una deidad. Un ahorcado pende de un farol, como Gérard de Nerval. Todo el que ve a Dios termina ahorcado. El poeta es un ser demasiado nervioso. Los artistas son peligrosos para sí mismos. Me encojo como un feto y me muerdo las rodillas. Tiemblo. Temo. Desespero. Necesito hacer un pacto con el Diablo. Le doy mi alma por un poco de Sosiego, y por mucha inspiración. ¿Pero qué haré sin mi alma? No, no, no haré ningún pacto. El espacio que gratuitamente ocupo tiene que ser mi pedazo de vacío. De lo contrario, no valdrá la pena estar apostado en él. Un loco ve al ángel que rebusca en la basura del contenedor y le pide sus alas.

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