lunes, 23 de agosto de 2010

El hombre malo

Se vive para no vivir. Después, las ondas del Mar, las cicatrices momentáneas del arroyo, la herida abierta en la esencia… Se existe para no existir. Antes, la placidez de ser, tendido en el soto, o bañándome en el río, viendo al viento haciendo danzar el follaje de los álamos…Demonios sumerios espantan al caminante que surca desiertos, y ángeles demacrados cuidan de los hombres de este siglo, desesperanzados. Un profeta come excremento y anuncia venados alados y desesperaciones diarias. El hombre es un ser para la vida y para la muerte. El hombre no puede ser un cordero para el hombre. Pecaría de ingenuidad. El hombre es un lobo, pero un lobo triste y famélico. Aun así, devora a los corderos que encuentra en el camino. Lo hace por una cuestión de naturaleza, de paradoja, de cadenas incomprensibles. Un hombre llora por ser malo. No quisiera serlo, pero su instinto, su meollo, su esencia. La bondad es artificial, la maldad es espontánea. Nadie quisiera que sea así, pero así es.

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