martes, 6 de julio de 2010

Aniquilación

Como heridas de bala, las aflicciones de quien espera ser el centro del Universo y no se halla sino esquinado, apartado en algún ángulo ignoto del Universo. ¿Cómo hemos llegado al año dos mil diez, si todo predecía la aniquilación fraterna? Es la Esperanza, ese buitre inesperado. El corazón de la Humanidad se ha salvado. Pero alguna vez perecerá. Lancinante dolor el del que se descubre condenado a muerte. Todos estamos condenados a muerte. Sólo que no sabemos ni el año, ni el día ni la hora de nuestra ejecución. Estoy vacío. No sé qué hacer. No sé si arrojarme a mi abismo o planear sobre él. Es preciso salvarse. ¿Pero salvarse de qué?
De mi esclavitud, de mi tiempo, del amor y de la Esperanza. De repente, me lleno, me desbordo. Mi esencia se derrama. Es una terrible desmesura. Debo dispararme en la cabeza: es preciso.

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