jueves, 26 de noviembre de 2009

Alondra de fuego al Alba

Despierto a destiempo para seguir marchando al Paraíso inventado
Todo son eriales y espinosos campos de sombra y luz mortecina
Otoño frío sopla el viento Se inclina el Cielo álbido
Cansado de palabras Cansado de silencios
Me paro a contemplar mi estado
Y me pierdo entre ondulantes nebulosas
Lluvia de párpados Alondra de fuego al Alba
Venus matutina blanca y grácil
Bendice la Aurora al marino
En los interminables viajes sin causa
Temblor del aire puro Dulces lecciones del violento rocío
Temblor del plumaje de los cuervos Temblor de las rosas
Al paso del viento apátrida
Temblor del ser
Al paso del Tiempo De la Eternidad
Ajeno a las labores de los hombres
Me tiendo en la yacija y me entrego a las vislumbres
Repleto de antidepresivos realizo mi marcha tullida
La mente enferma aguarda el advenimiento de una iluminación
O de un Crepúsculo bermejo
Furor de las olas
Cónclave deísta de deidades
Zapatos rotos bajo el Cielo
Heridas entre los dedos del pie derecho
Y ninguna iluminación
Ningún atisbo de misterio glorioso
Lo real es el dolor de los pies
En esta marcha mentida, vana, idealista
Que no lleva a ninguna parte
Que da vueltas mientras la Noche y el día
Permanecen indiferentes
Me he dado cuenta de que cada uno crea su tránsito
De que cada cual, en medio de la marcha, toma a solas su café

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