domingo, 8 de noviembre de 2009

s/t

El brazo de la Noche se estira y cae
El Cielo es de zafiro bajo el delirio circular de los centauros
Los anacoretas pronuncian con voz gris sus últimas plegarias
En tanto yo camino por las orillas del Sena
Y oigo tañer las campanas de Notre Dame
Las hojas trotan y caen al río
El Cielo es grisvioleta sobre mi cabeza cogitativa
Sobre mi cabeza que alguna vez será calavera
Lleno de esplín busco la Beatitud
Pero cómo ser beato si soy un individuo melancólico
Solo en algún meandro del Universo
Sin dios que me guíe
Sin diosa que me alumbre y me socorra
en los instantes de Angustia
Cada día me ahogo un poco más
He decidido aceptar mi Destino
Con todas sus enredaderas
Miro las mansardas de París
Las terrazas de los cafés
Y el tormento de Prometeo
Niego la Esperanza
Deleites carnales, espérenme, aguárdenme
Quiero perderme y no volver a saber nada de mí
Acudiré a las orgías más salvajes
A aquellas en que nadie quiere a nadie
Y podré ser el sátiro que realmente soy
Orillas del Sena
Campanadas de Notre Dame
Noche parisina con torre Eiffel iluminada
Podría ser tan feliz
Sin embargo
Desesperado siempre
Náyades corruptas, rodeadas de ratas, asoman sus rubias cabezas
Mi Angustia sin causa
Mi Melancolía de nacimiento
París
Largas caminatas
Calmo infierno de adentro
El Sena
El amor perdido
El individuo consciente de que es individuo
Tan solo
Extensos jardines
Libertad Igualdad Fraternidad
La bulla de las almas calladas
Si pudiera escuchar
Si pudiera ver un corazón en llamas
Las campanas de Notre Dame
Y derivar por las orillas
Con la tragedia personal a cuestas
Edipo ciego, imagen del Destino

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