viernes, 12 de febrero de 2010

Conciencia de la proscripción

Desde arduo ser
Hasta el irremiso retorno al polvo
Tú, Árbol donde viven amarrados el Bien y el Mal,
creces sobre mí, susurrando bendiciones, maldiciones,
naderías, al paso del viento
Caerá mi conciencia en verde pasto
Se acabará mi voluntad
Grave cantará el ave, en la séptima vida,
Que será la del reposo, la del nirvana
Duro es esto de ser o no ser criatura
Cuánto me ignoro tendido entre gladiolos
El ángel me ha vencido, no ha querido decirme si soy o no soy
hijo de un dios que es ya cadáver
En la comarca de la pesadilla reptan serpientes repugnantes
Y un bello animal violeta canta en lo poco que queda del Paraíso
Añorado Paraíso agostado
Caerá mi conciencia en el serojo
Olvidaré mis vidas, preso en esta inmensa libertad
iré muriendo, iré volviendo al origen, ya que detrás
de cada muerte hay un llanto de recién nacido;
de mi costado dolorido nació la mujer que esperaba,
bella, desnuda, sucia,
malvada con la mano creadora,
amante de los frutos prohibidos
Cuántas veces hice que tragara mi semen
Cuántas veces, en pleno orgasmo, nos morimos un rato
Hasta que, bajo la espada llameante, tuvimos que marcharnos
Nos maldijeron
Ella también maldijo
Cuánto la amé
Nosotros no quisimos habitar ningún Edén
Nosotros no pedimos ningún Árbol de la Vida
No le exigimos a nadie una vida beata
Nos maldijeron
Y, al mismo tiempo, nos enseñaron a maldecir
Qué han hecho de nosotros
Nos han arrojado de donde nunca quisimos estar
Al anochecer, muertos de frío, vemos cómo nacen las estrellas
Y temblamos de desamparo, de Nostalgia, de colérica tristeza
Miramos el Cielo negro, baldío, y comprendemos que somos
una miserable pareja de animales
Caerá mi conciencia en un lodazal
Me he llenado de crueldad en la arboleda
El hombre es un animal que no está bien de la cabeza
La maldad es una especie de pureza
Por eso he manchado mi alma
El alma es mortal y mugrienta
Caerá mi conciencia Caerá
Y ya nunca sabré nada más de mí

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