sábado, 13 de febrero de 2010

La lámpara averiada

Quisiera salvarme de la Noche insomne
que arrastra lobos aherrojados, ululantes,
y ruiseñores mortíferos, heridos de muerte viva
Quisiera salvarme de la Luna sangrienta,
agorera, y de los astros murmurantes
que flotan en el vacío
Quisiera salvarme de la agonía del Mar,
de las olas dementes, de las orillas en calma,
de las sirenas que devoran cadáveres humanos
Quisiera salvarme, marcharme, escaparme,
luego de beber el vino que beben los agonizantes
No soporto demasiada Realidad,
demasiada urna y demasiado pecho materno
Miro el Cielo nocturno, tan callado,
y me aterro; por eso el gañido de cualquier perro
vagabundo me devuelve a la firmeza
Cuánto me cuesta ser, cuánto me cuesta estar
No veo sino ángeles caídos reclinados en las encinas,
fumando un cigarrillo, olvidando el Universo
Y yo no soy un ángel, y lo que quiero es conocer
Aunque el haber conocido me haya hecho culpable
Quisiera salvarme de la Ciencia
y ser feliz con la niña que antaño amaba
Quisiera salvarme de mí,
del hombre peligroso que para mí soy
Me he hecho tanto daño...
Me internaré por bosques oscuros donde
de pronto todo se enciende,
veré los unicornios bebiendo agua de un tornasolado arroyo
Venerables ancianos vestidos con túnicas de lino blanco
chuparán el néctar de las flores
Y del coito de los elfos y las dríades manará
néctar y ambrosía
Quisiera salvarme de mi libertad
Entregársela a otro
Quisiera salvarme de mi vida
Quisiera salvarme del Cielo y del Infierno,
del Bien y del Mal
Antes no tenía que salvarme de nada
Antes me bañaba en el Mar turquesa
O en el río blanco y espumante
Y todo era nada, y nada era tan simple como
vivir un día, muriéndose un poco dulcemente
Quisiera salvarme del laberinto de voces
que suena dentro de mi cabeza,
y degollar a Minotauro luego de oír su más alto deseo
Quisiera no querer nada
Y alejarme de mí por un largo camino

No hay comentarios:

Publicar un comentario