viernes, 15 de octubre de 2010

Deseo de conocer

El hombre tiene, naturalmente, el deseo de conocer, dijo Aristóteles. Desde niño tuve siempre muy acentuado el deseo de conocer. Quería conocerlo todo, y me hacía preguntas a mí mismo. Por obedecer a ese deseo de conocer, muchos han muerto o han estado a punto de morir. Muchos han sido lacerados por buscar la verdad con gran inquietud. Y es que, según algunos, existen las verdades que deben conocerse y, asimismo, las verdades que no deben conocerse. Sin embargo, todo debe conocerse en esta vida. Mi frente se reclina en la arista de una grada y se golpea una y otra vez. Corro desesperadamente, escapando de lo que quiero conocer. Y me contradigo. Los relámpagos iluminan mis oscuras pesadillas. Mi corazón inquieto vaga y conoce… La vida es peligrosa. La inquietud es peligrosísima.

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