domingo, 16 de mayo de 2010

De vida, naturaleza humana y desesperación

El Crepúsculo gravemente se consuma,
largas cadenas de rostros vespertinos, taciturnos,
rozan la yerba bermeja;
haces de Azur se desatan y se esparcen por el Cielo
Mortalmente enfermo de desesperación,
con diamantes negros en el pecho,
recorro los sepulcros del acantilado
El viento remeje el follaje de los mioporos
La Luna aguarda el momento de su reinado
y Venus desata sus rizos
La vida aún no es la vida
Para soportarla el hombre creó a Dios
Oh el Creador creado,
la criatura creadora
El Cielo de miosotis, la albura de la espuma marina,
la insatisfacción y el desasosiego
¿Cuándo estaré a salvo de lo que pienso y de lo que siento?
¿Cómo alcanzaré a salvarme de la desesperación
que me mantiene enfermo y languideciente?
Ando entre el Todo y la Nada,
los opuestos absolutos que me impiden tener una vida reposada
Como un trago de Mar, el desconsuelo derriba las torres de arena
Ser hombre es algo pavoroso,
y vivir es dar embates como la ola
La grisura indiferente de los días,
la desdicha aparente de los espantajos,
la absoluta vanidad de la existencia
El carácter sagrado del sufrimiento
Todo aquel que ha sufrido tiene un aura sagrada
Y el sufrimiento, como la Angustia, carece de causa
Se sufre, no más
El reflejo de las moscas en el charco de agua,
la penosa inclinación de los sauces,
la pronta ruina del peristilo
A pesar de los innumerables aforismos que podemos reunir
para vivir mejor, continuamos viviendo la misma vida
Es inevitable
Anochece
Los faroles y la humanidad demoniaca se encienden

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