viernes, 14 de mayo de 2010

El jardín baldío

Sentado en el césped ocre, al pie de una estatua de Baco,
reúno las ausencias y oigo cantar a los pájaros que aún
se refugian en las frondas mustias de los árboles
Reúno las ausencias y apenas las soporto
El perfume salvaje de los geranios vaga por el jardín desolado,
las ratas grises y gordas salen de sus agujeros
y corren de un lugar a otro, ignorando al Sol que, desmelenado,
recalienta el césped amarillento
En este jardín ya no juegan los niños junto a la ruda,
en este jardín ya no se espera a Dios de la mañana a la Noche
En este jardín ya nadie bebe vino ni pasa la Noche en vela
Mientras permanezca aquí estaré solo,
porque nadie vendrá, nadie
La yerbaluisa que antes mi madre o mi abuela arrancaban
para hacer una infusión se ha marchitado
Y los rosales ya no ofrecen las flores que algunos amantes desesperados
venían a pedir
Ya no sentiré ese beso parecido a un montón de hormigas
que, cuando éramos niños, la vecina me daba
Mi corazón tiembla en ti, jardín baldío,
lejos ya de las fiestas en las que los niños y los adultos
compartían la sombra del follaje
Ahora sólo queda esta locura de esperar no sé qué,
tal vez el retorno de los antaños, quizá
lo absurdo del amor que en tu césped otrora verde triunfaba
He perdido la razón,
le ofrendo sucias ratas a los dioses,
y acepto mi rara humanidad
Mientras permanezca aquí estaré solo,
oliscando el pasto seco,
ocultándome en algún recoveco de la Locura,
totalmente consciente de las mariposas que aún vienen
a volar entre los arbustos
El jardín seguirá siendo el jardín baldío,
y yo seguiré siendo el orate que espera a algún dios y que lo habita

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