miércoles, 19 de mayo de 2010

Insomnio


El Insomnio produce cierta ebriedad en quien lo padece. Yo soy un viejo conocido del Insomnio. No puedo dormir en las Noches desde que era un adolescente. Ahora, a mis treintaidós años, sólo logro dormir gracias a una serie de pastillas. Aun así, a veces las pastillas no surten ningún efecto y paso la Noche en vela. La ebriedad de la que hablo hace que el insomne pueda ver más allá. Mareado y todo, logra comprender su estado. Y no sólo su estado de insomne, sino también su estado de ser humano. Esas son cosas que sólo un insomne comprende. Cuando el Insomnio se prolonga por demasiado tiempo- hablo de dos o más semanas-, la víctima padece tormentos inefables. Mareos, dolor de cabeza, taquicardia, hipertensión…Además de eso, no puede pensar con claridad, ni seguir un razonamiento. El insomne es, también, el hombre más solo del Mundo. Mientras todos duermen, él está en vela, solo con sus nervios crispados y sus pesadillas de vigilia. No puede comunicarle nada a nadie; está en su cama, ese lecho torturante, viendo visiones y oyendo voces. ¡Cuántas veces he creído enloquecer durante mis insomnios, a pesar de todos los somníferos que tomaba y que no me hacían nada! El insomnio es, sin duda, una enfermedad terrorífica. A mí a veces me parecía que se me iba a reventar el corazón, o que me iba a estallar el cerebro. También escuchaba voces tremebundas y veía visiones. Y vivía aterrorizado. Aterrorizado e incomprendido, porque los médicos no me tomaban en serio y sólo yo sabía lo mucho que se sufría durante los insomnios. En mis Noches insomnes se me ocurría pensar en el rey Saúl. Cuenta el libro primero de Samuel que el espíritu de Dios se había apartado de Saúl y que un espíritu malo, también proveniente de Dios, lo perturbaba. Sus siervos, al verlo tan perturbado, le pidieron permiso para buscar a alguien que tocara bien la cítara, para que con su música lo tranquilizara. Al buscar, hallaron a David. El joven fue llevado a palacio y allí tocó la cítara frente al atormentado rey Saúl. Éste halló Sosiego y rogó a Jesé, padre de David, que dejara que el muchacho se quedara a su servicio. Durante mi insomnio yo pensaba en el rey Saúl perturbado y sin poder dormir. Estoy seguro que el rey Saúl padecía insomnio. Y David, con su salubérrima música de cítara, lo aliviaba. ¡Cómo necesitaba yo a un joven David que me tañese la cítara! He quedado algo dañado por el Insomnio, y, como ya dije, a veces me paso Noches enteras sin poder dormir, a pesar de estar medicado. Pero la ebriedad que me produce el Insomnio es invaluable. Es una ebriedad que permite comprender mejor las cosas. Sin embargo, esa ebriedad sólo se experimenta los primeros días. Luego viene la pesadilla.

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