martes, 8 de junio de 2010

Ansiolíticos

Hace trece años que soy adicto a los ansiolíticos
Los probé por primera vez cuando era un joven vago, poeta y cocainómano
Un día de resaca, en el que sentía morir mi alma,
mi hermano Fernando, dos años menor que yo,
me dio un diazepam de 10 mg
Se me relajaron los nervios, alcancé un estado de suma tranquilidad,
y pude dormir bien
Desde entonces tomé diazepam después de las farras,
que me dejaban hecho un triunfo de Baco, y de la coca
Cada vez iba aumentando la dosis
Alcanzaba un Sosiego artificial
Entreabría las puertas búdicas y vislumbraba el Nirvana
Iba a mirar el Mar y cada ola era una caricia espumante
Por la Noche, adormecido, respiraba el blanco perfume del jazmín
Y miraba el Cielo gris, y mi espíritu ascendía
Un día, me tomé dieciocho diazepam y escribí poemas en las cuatro paredes de mi cuarto
Pasó el tiempo
Viajé a España
Mi hermano me enviaba las pastillas, que compraba sin receta en Perú
Yo padecía Insomnio y las necesitaba para poder dormir
El envío de las pastillas un día cesó
Mi hermano me dijo que en Correos no lo habían dejado mandarme las pastillas
Estuve meses con Insomnio
Sólo dormía por agotamiento, muy poco
Necesitaba las pastillas
Se me desencadenó una crisis existencial
Me sentía terriblemente solo, solo en el Universo, sin Dios
Fui al psiquiatra
Además de antidepresivos y antipsicóticos, me recetó ansiolíticos. Rivotril de 2 mg.
Los tomaba cada vez que me daba Angustia.
Los tomaba para aliviar el sufrimiento de ser yo
Consideré que todo hombre necesitaba estar embriagado
para no sentir el dolor de estar vivo en toda su magnitud.
Por eso tomaba puñados de Rivotril
Aún ahora lo hago
Me da cierto Remordimiento, pero lo único que quiero
es estar tranquilo
Pastillas búdicas que me dan calma,
que aquietan mi Inquietud
Pastillas que me aduermen,
que doman los tigres de mi desasosiego
Pastillas que me dan la bienaventuranza,
el olvido de estar en un Mundo de mierda
Vivo sedado, vivo embriagado
Casi soy un Buda
Encerrado en mi habitación oigo
el tañido de un arpa cuyo cordaje
son mis nervios
Cuando la existencia me da miedo,
cojo un blíster, saco un puñado de pastillas y me las tomo
Al poco rato, me encuentro tendido en la mullida yerba de la paz
Pero todo es precario, todo es ilusión
A pesar de las pastillas, la vida seguirá siendo la vida,
y yo seguiré siendo yo
Me pregunto cómo puedo aguantar tanto
Los ansiolíticos ayudan a resistir
Me interno en un bosque cuyos árboles tienen la fronda violeta,
y cuyos pájaros cantan en deliciosa harmonía
En un claro, un ángel me entrega los ansiolíticos,
como si fueran ambrosía
He experimentado Sosiego con las pastillas
Y, lamentablemente, no pienso dejarlas

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