Alma de azucena,
me mostrabas tu sexo a hurtadillas
Y yo contemplaba aquello en que todo empezaba
Tu sexo era una rosa
Tu alma era sucia,
ogros que sólo tú veías la ensuciaban
Y yo ya temía a la Nada
Por eso quería abrazarte
y no perderte nunca,
porque algunas tardes de Invierno ya padecía
el presentimiento de la Muerte
Alma de azucena,
de tus manos se levantaban los mirlos
y en tus ojos cantaba un ruiseñor
Eras traviesa
Una vez me viste masturbándome
y te reíste sonoramente
Y ya no paraste de burlarte de mí
Hasta que más adelante lo hicimos los dos
Ahora es como si no te conociera
Como si tú no me conocieras a mí
Alma de azucena,
nos hemos olvidado
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